Bueno bueno bueno,
Me regañan porque no he escrito nada, pero es que estaba esperando a las fotos para colgar alguna. En fin, ya lo editaré luego...
Este fin de semana ha sido un fin desemana muy deportivo. Hemos tenido suerte, y ha hecho bastante menos frío, nos hemos acercado a los 0 grados, así que hemos aprovechado para no parar .:P
El sábado estuvimos patinando en un lago que hay en uno de los parques de por aquí, que estaba totalmente helado. Estuvo genial, el sitio era bastante grande, había música clásica para ambientar la zona, y todo el mundo estaba súper contento. Había gente que hacía figuras y giros con los patines, otros nos limitábamos a no caernos y a intentar aprender a ir hacia atrás, hacia delante...
Pero el día estrella fue este domingo!! Nos fuimos a hacer una escursión de trineo tirado por perros, todo el día. Estuvimos conduciendo durante una hora y media más o menos para llegar al sitio, un lugar perdido en medio del blanco, donde aparentemente, casi todo el mundo se mueve con trineos de perros, o motos de nieve para las distancias cortas.
La verdad es que el sitio era precioso, había un espacio enorme con un montón de casetas de perros, y una cabaña de madera, llena de pieles y de adornos indios, donde estuvimos hablando con el dueño del sitio, un par de trabajadores, y con nuestro guía. Y después de prepararnos, cambiarnos de botas, nos fuimos a conocer a los perros. Yo no sé quién tenía más ganas de salir, si ellos o nosotros, madre mía, qué exitación!! Tenían ya seleccionado al grupo que nos iba a llevar (íbamos a ir 4 personas en el trineo, 2 sentadas dentro, y 2 conduciendo detrás), 8 perros todos alineados, ladrando y tirando de la cadena, en plan "vamos, lentos, ya estamos tardando". Lo primero que hicimos fue irlos saludando de uno en uno, y ellos, locos de contento, como te agacharas un poco, ya te llevabas el lametón incluido.
Y luego, a explicarnos un poco cómo hay que ir en el trineo, cómo apartar las ramas que nos incordiaran, qué hacer si el trineo se caía, y qué teníamos que hacer cuando conduciéramos. Y los perros ladrando, y nosotros pensando "vale, sí, lo pillo, si total, me lo vas a tener que repetir en cuanto me ponga detrás, vámonos ya!!"
Y nada, enganchan a los perros y me ponen de conductora!!!! (con el guía al lado, que fue el único que no cambió de sitio en todo el diá) Así que, HOOOOKAI chicos, y todos a correr!! Bueno, no hay palabras para explicarlo, fue una experiencia genial, nos reimos un montón, los perros pillaban un montón de velocidad en los descensos, y como aquello es camino, íbamos botando por ahí, los que hacíamos de conductor nos teníamos que ir apoyando o tirando del trineo para no salirnos del camino... increible. Estuvimos todo el rato dentro del bosque, pasando por distintas zonas, y el guía nos iba explicando los rastros de animales que veíamos, y qué hacía cada perro, y nos decía las órdenes que había que darles a Mirage y a Bonni, los dos perros guía, para ir a un lado o a otro, y repetía un montón lo de bon chien, bon chien, para mantenerlos motivados.
Estuvimos parando a ratos, sobre todo en las subidas, para dejarlos descansar (ahí me tocó meterme en el trineo, para que Jeremy o su amigo salieran a empujar y los perros no tuvieran que tirar de ellos, ventajas de ser más pequeña, jejejeje). Desde el trineo, las bajadas parecían una montaña rusa casi.
Hicimos 3 paradas en el camino, la primera para ver a un hombre-medicina indio, que nos estuvo enseñando unas cabañas donde acuden la gente a pedirle consejo, y nos contó el proceso de curación y mil cosas más.
Y luego nos fuimos a ver a los bisontes! Son enormes, enormes, y tienen un montón de pelo, como estaban comiendo en ese momento les pudimos tocar (desde el otro lado de la verja) la cabeza, porque pasaban bastante de nosotros, y perdí la mano y medio brazo de vista antes de tocar la piel. Están en una reserva natural que cuida el dueño del negocio de los perros, que se pasó por allí y nos estuvo contando bastantes cosas, como que los bisontes son de la época de los mamuts!
Y la última parada fue para comer, truchas recién pescadas por la mañana, cocinadas encima de una estufa de hierro, y una tarta típica canadiense, tarta de azúcar, que debe de tener unas 3000 calorías por trozo, aquello estaba dulce dulce, daba casi grima comerlo.
Y no veas la pena que nos dio cuando nos bajamos ya a la vuelta del trineo, estuvimos un rato agradeciéndoles a los perros que nos hubieran llevado, les dimos de comer, les quitamos los arneses... los veías y decías, "me los llevo a todos", pero claro, en la maleta de 23 kg que tengo para volver no me caben... Y tampoco creo que los pueda sacar a correr cada día por la nieve... También estuvimos viendo a los cachorrillos que tienen ahora en la zona, dos bolas de pelo que no paran de intentar lamerte la cara, más graciosas...
En resumen, una experiencia genial, me encantó, fue la leche, aunque eso sí, volvimos destrozados de cansancio a casa.